INVESTIGACIÓN


              Esta investigación de Benedicto Castillo - autor también de EMBLEMÁTICO CRIMEN DE TUCAPEL JIMÉNEZ y PINOCHET: EL GRAN COMISIONISTA- volcada en el libro-reportaje, titulado MAGNICIDIO”, revela por primera vez la verdad del asesinato de Eduardo Frei Montalva”, una operación de inteligencia de eliminación física, consumada el 22 enero de 1982, que se constituye en el primer asesinato de un Presidente de la República en Chile.





            El complot criminal -único en la historia republicana del país- lo reveló una laboriosa e inédita investigación científica y judicial, producto de la cual están incriminados cuatro médicos y dos agentes de inteligencia vinculados a la Central Nacional de Informaciones (CNI) y a  la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE).
            Los criminales usaron Talio y Mostaza para envenenar lenta y dramáticamente al megalíder opositor a la dictadura, a diferencia de otros crímenes con sustancias químicas de efecto instantáneo -Gas Sarín, Toxina Botulínica y otros neurotóxicos-, que fueron fabricados tanto en cuarteles de la DINA como en el Laboratorio de Guerra Bactereológica del Ejército, en el marco del denominado plan ANDREA,  para exterminar opositores políticos y combatir ejércitos invasores.
Todos estos episodios de sangre están cruzados por un mismo hilo conductor: En todos actúan las brigadas de extermino o “brigadas del infierno” -denominadas “Lautaro”, “Purén”, “Mulchén, “Avispa”, “Brigada Político-Sindical”-,  creadas y formadas por la dictadura  militar. Dos comités centrales clandestinos del Partido Comunista –Víctor Díaz y otros 23 hombres y mujeres- fueron envenenados con inyecciones de Pentotal por dos “enfermeras de la muerte”, ahorcados, asfixiados, quemados con sopletes, desmembrados y luego arrojados al mar desde helicópteros.
El atentado magnicida -según el autor del libro- se produjo en el Quirófano N°1 de la Clínica Santa María, donde el ex Jefe de Estado fue reintervenido por  un grupo de cuatro médicos militares, entre los cuales había un agente DINA-CNI perteneciente a la siniestra “Clínica London”.
Varios de los agentes de las brigadas de exterminio fueron sacados del país por una estrategia jurídico-militar y vivieron en carne propia la furia asesina de sus propias camaradas. Como acaeció al bioquímico Eugenio Berríos Sagredo, creador por orden del Ejército del arsenal de armas químicas, razón por la cual fue eliminado para evitar que revelara crímenes, como el magnicidio, en el marco de una operación en Argentina y Uruguay, dirigida por dos generales y financiada con dos millones de dólares.
Esta investigación periodística relata las atrocidades de las brigadas sobre sus víctimas y cómo científicos, detectives, abogados y el juez Alejandro Madrid lograron desentrañar ejecuciones y el atentado contra el Presidente de Chile N° 32.