jueves, 22 de agosto de 2013

Frei reflota tema de uso de químicos en eliminación de opositores

22 de Agosto de 2013
Ex Presidente pide que denuncia de ex directora del ISP sea investigada

Frei reflota tema de uso de químicos en eliminación de opositores a la dictadura: “Entreguen la información, no más silencio”

Las revelaciones que hizo Ingrid Heitmann, quien aseguró haber encontrado y eliminado ampollas botulínicas en subterráneos del ISP, han traído de vuelta el fantasma de las armas químicas utilizadas por la dictadura para asesinar a enemigos del régimen. "Había laboratorios, había clínicas clandestinas donde se eliminaba a personas con estos productos", aseguró el ex Mandatario, Eduardo Frei. El gas sarín, la "botulina", el talio y el gas mostaza, son algunos de ellos.
“¿Por qué no se dice la verdad? ¿Por qué no se entregan los antecedentes? Ya nadie cree que haya gente en el Ejército y ex funcionarios que no sepan”, señaló este lunes, en entrevista con CNN Chile, el ex Presidente Eduardo Frei, a raíz de los nuevos antecedentes que surgieron con la revelación que hizo la ex directora del ISP, Ingrid Heitmann, que confesó haber descubierto, en el subterráneo del organismo, dos cajas de ampollas de toxinas botulínicas que luego hizo desaparecer.
Este tipo de químico, también conocido como “botulina”, es una neurotoxina que produce intoxicación o envenenamiento a través de alteraciones vegetativas y parálisis muscular progresiva, llegando a causar la muerte al atacar las funciones respiratorias.
“Había laboratorios, había clínicas clandestinas donde se eliminaba a personas con estos productos. Eso no se sabe todavía”, aseguró el ex Mandatario, hijo del ex Presidente,Eduardo Frei Montalva, sobre cuya muerte se cierne el fantasma de un homicidio por envenenamiento, en plena dictadura militar. Tras ser exhumados, en 2006, en sus restos se encontraron huellas de talio y mostaza nitrogenada.
“Por favor, entreguen la información. No más silencio. Es lo que pedimos, que se aclaren las cosas. Todo esto y gran parte de los antecedentes están en los procesos del ministro (Alejandro) Madrid (quien investigó el caso de Frei Montalva y otros crímenes en  la dictadura). Desgraciadamente la directora quemó esto, en circunstancias que habían ido varias veces la PDI a encontrar estas pruebas. Pero estamos por llegar a los 40 años del golpe y ya es hora de que se conozca la verdad”, aseguró Frei. Sin embargo, dijo que no creía que los responsables de este tipo de prácticas se encuentren aún al interior de las Fuerzas Armadas.
Consultado por si los antecedentes entregados por  Heitmann debería motivar el inicio de una investigación judicial, el senador demócrata cristiano señaló que “posiblemente” y que ojalá el tema lo pudiera tomar el ministro Madrid para que “pudiera ser un aporte a este caso y a tantos otros casos de gente que fue eliminada con estos productos”.

Las armas secretas de la dictadura

Actualmente existen investigaciones judiciales que abordan el tema de los envenenamientos de presos políticos en la dictadura, incluida la muerte del ex Presidente Eduardo Frei. En los últimos años, surgieron antecedentes que revelaron que algunas de estas toxinas utilizadas habrían ingresado desde Brasil.
La propia Heitmann aseguró que al momento de encontrar las cajas de “botulina” en los subterráneos de las oficinas del ISP, pudo notar que faltaban algunas de las ampollas, lo que hace presumir que se pueden haber usado contra opositores de la dictadura militar.
Los registros de envenenamientos se remontan a comienzos de la década del ’80. El 7 de diciembre de 1981, varios miristas presos en la Cárcel Pública, se envenenaron misteriosamente con botulismo (la enfermedad producida por la bacteria que contiene la “botulina2). Sin embargo, lograron sobrevivir gracias a las presiones de organismos de Derechos Humanos y la ayuda internacional que envío los antídotos. Otros reos comunes que compartían la celda no tuvieron la misma suerte.
Según el libro “Magnicidio”, escrito por el periodista Benedicto Castillo, el bioquímico Eugenio Berríos -quien se desempeñaba como agente de la DINA y estaba a cargo de elaborar armas químicas para la entidad- solía entregar en pleno centro de Santiago paquetes del mortal veneno a agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI). “El tema de la toxina botulínica, que puede matar a miles de personas con ínfimas dosis, no es nuevo, aparece mencionada en varios casos de crímenes de la dictadura, pero no se sabía que había ampollas escondidas en el Instituto de Salud Pública”, señaló el periodista al diario LaNación.cl, tras darse a conocer la información entregada por Heitmann.
Castillo asegura que a partir de los años 80, Berríos tenía acceso libre a los laboratorios del ISP -que entonces se llama Instituto Bacteriológico- para realizar pruebas. Uno de los desconocidos que lo acompañaba era Michael Townley, afirma.
Asimismo, el periodista asegura que “Está comprobado científicamente que dos presos políticos murieron envenenados con esta sustancia y otros tres resultaron heridos en 1981, poco antes de la muerte de Frei. Les echaron la toxina en la comida”.
Hay antecedentes que indican que podría haber sido el propio Berríos quien usaba estas pócimas creadas en los laboratorios para deshacerse de los enemigos de la dictadura, y que podría haber hecho lo mismo en el caso de Frei Montalva,  ingresando al centro médico donde se encontraba hospitalizado el ex Presidente. El ex agente de la Brigada Político Sindical de la CNI, Raúl Lillo Gutiérrez, reveló al juez Madrid cómo actuaba el químico de la DINA, quien le contó cómo había envenenado al ex diplomático español Carmelo Soria, al ex conservador de Bienes Raíces Renato León –ambos con gas Sarín a mediados de los 70- y a los miristas detenidos en la ex Cárcel Pública.
Las investigaciones habrían revelado también que el Ejército mantenía un Laboratorio de Guerra Bacteriológica cuya sede clandestina estaba ubicada en la ex Vicaría Castrense de calle Carmen 339. Según constata el libro Crimen Imperfecto, del periodista Jorge Molina, la toxina botulínica habría sido traída a Chile por el propio ISP, por orden del doctor Eduardo Arriagada Rehren, director del mencionado laboratorio.
Esta última fue trabajada gracias a un liofilizador que fue sacado el ISP para estos efectos, instrumento que permite transformar en polvo a través de un alto vacío, como el caso de las sopas en polvo.

Otra arma mortal: el gas sarín

El gas sarín es un líquido incoloro e inoloro clasificado como arma de destrucción masiva en la resolución 687 de la ONU. De hecho, los recientes ataques químicos que han dejado bajas de alrededor de 1.300 muertos en Siria se habrían perpetrado con este componente.
Este y otros venenos se fabricaban, en épocas de la dictadura de Pinochet, en la calle de Vía Naranja, en Lo Curro, cuartel de la DINA donde se planeó el atentado al ex canciller de la UP, Orlando Letelier. De hecho, el Sarín fue una de las alternativas que se barajaron para asesinarlo, aunque finalmente se prefirió la bomba que explotó en septiembre de 1976 en Washington.
El sarín fue utilizado en animales, pero también se usó para para asesinar a los presos políticos Peldehue, según declaraciones que recopiló, durante su investigación, el ministro Madrid en abril de 2003.

QUÍMICO BERRÍOS ENTREGABA TOXINA BOTULÍNICA EN LA CALLE A LA CNI

QUIMICO BERRIOS ENTREGABA TOXINA EN LA CALLE

QUÍMICO BERRÍOS ENTREGABA TOXINA BOTULÍNICA EN LA CALLE A LA CNI

Periodista Benedicto Castillo, autor del libro “Magnicidio” sobre el asesinato de Eduardo Frei Montalva, recapituló antecedentes acerca del manejo de esta extremadamente mortal sustancia en tiempos de la dictadura. Recordó que era importada por la Cancillería y que el Ejército tenía un Laboratorio de Guerra Bacteriológica.

Jueves 22 de agosto de 2013 | por Claudio Leiva Cortés - Foto: UPI (archivo) + Sigue a Nación.cl en Facebook yTwitter
El químico Eugenio Berríos entregaba en la calle y en pleno centro de Santiago, paquetes de la mortal toxina botulínica a agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI). Esto lo reveló el periodista Benedicto Castillo en su libro “Magnicidio”, sobre la muerte del ex presidente Eduardo Frei Montalva en 1982.
“Esto me lo contó el abogado Ulises Agurto, ex subsecretario de Agricultura subrogante de Frei Montalva.Él acompañaba a Berríos hasta Bandera con Huérfanos, donde el químico entregaba la toxina botulínica a agentes de la CNI. Todo eso lo cuento en mi libro”, recordó Castillo.
“El tema de la toxina botulínica, que puede matar a miles de personas con ínfimas dosis, no es nuevo, aparece mencionada en varios casos de crímenes de la dictadura, pero no se sabía que había ampollas escondidas en el Instituto de Salud Pública”, añadió en referencia a la revelación que hizo este jueves la ex directora del ISP, Ingrid Heitmann.
Castillo dijo que desde los años 80 en adelante, cuando el ISP se llamaba Instituto Bacteriológico,Berríos y otros desconocidos “tenían acceso libre a los laboratorios para hacer pruebas. Y uno de estos desconocidos fue identificado por funcionarios del Instituto como Michael Townley”.
Explicó que este tema de la toxina botulínica salió a la luz por el caso de Frei Montalva. “Está comprobado científicamente que dos presos políticos murieron envenenados con esta sustancia y otros tres resultaron heridos en 1981, poco antes de la muerte de Frei. Les echaron la toxina en la comida”.
“También se investigó si fue usada en el crimen del cabo del Ejército Manuel Leyton, agente de la DINA, asesinado en 1977 por revelar a Carabineros que la DINA le había robado una renoleta a un detenido desaparecido arrojado al mar. Se descubrió que fue asesinado con gas sarín”, explicó.
“En el caso de Frei Montalva también se buscó la toxina, pero los peritajes tanatológicos fueron positivos sólo para gas mostaza y talio. Finalmente, el mismo asesinato de Berríos en Uruguay tiene que ver con este tema, porque era uno de los pocos autorizados para manipular la toxina”, añadió Castillo.

ERA IMPORTADA POR LA CANCILLERÍA

Otro antecedente proporcionado por Castillo en su libro “Magnicidio” es que la toxina botulínica era importada por la Cancillería chilena desde Brasil en los años 80. “Eso lo declararon altos ejecutivos del Instituto Bacteriológico, incluyendo su ex director, coronel Fuenzalida”, recordó.
“Los paquetes llegaban al Departamento de Bacterias Peligrosa y Gases Mortales y eran entregados por choferes de la Cancillería que están identificados con nombre y apellidos en el proceso. Están en los expedientes a los que tuve acceso”, agregó Castillo.

LABORATORIO DE GUERRA BACTERIOLÓGICA

Castillo también dijo que en transcurso de la investigación se descubrió que el Ejército tenía un Laboratorio de Guerra Bacteriológica, dirigido por un general del escalafón de Sanidad y que tenía una sede clandestina en la ex Vicaría Castrense de calle Carmen 339.
“Eso lo declara un coronel de Ejército que también era veterinario. Sólo agentes del Departamento de Inteligencia del Ejército (DINE) tenían acceso al Laboratorio de Bacterias Peligrosas y Gases Mortales”, añadió Castillo.
“La Brigada de Derechos Humanos de la PDI descubrió la ubicación final del Laboratorio de Guerra Bacteriológica en la sede de la Escuela de Nacional de Inteligencia del Ejército, que aún funciona en Nos, San Bernardo. Esto fue en 2007, como parte del último peritaje”, señaló Castillo.
“Estos son antecedentes bastante nuevos en estas causas que están relacionadas con el químico Berríos y el uso de sustancias como la toxina botulínica, el gas sarín y el talio. Por algo están todas en manos del ministro en visita Alejandro Madrid. Y si Ingrid Heitmann incineró las ampollas con la toxina, entonces destruyó evidencia”, concluyó.